«Por otro lado, mi mejor amiga Naty y su hijo Juan, al que el diagnóstico de celiaquía tardó en llegar, fue un gran alivio y un desafío la vez de cómo funcionar en la vida familiar con las nuevas limitaciones de gluten, de contaminaciones, y vida social del peque.

Donde vivíamos había muy pocos lugares dónde comprar harinas aptas para celíacos, y decidimos abrir una pequeña tienda de mix de harinas sin gluten y congelados aptos para celíacos: «LAS JUANAS», en honor a quién nos inspiró a cocinar sin gluten.

En medio de tantas historias de clientes, hubo una que, teniendo yo dos niños locos por las pastas, me impactó para siempre: La mamá de un niño celíaco de 12 años recién diagnosticado que se había llevado una gran cantidad de mix de harinas esa semana, cuando le pregunté si amasaba muchos cosas ricas, me dijo muy triste que sabía cocinar y las pastas eran la comida favorita de su hijo. Estuvo probando todas las recetas que encontró y no había logrado nada que fuera comestible, así es que de la impotencia, todo lo que iba saliendo mal, lo tiraba al patio. «Así está mi patio lleno de masa» – dijo.

Yo sabía que las harinas sin gluten no eran fáciles de trabajar, (hoy después 15 años amasándolas todavía hay días que se rebelan), pero como me gusta amasar pastas, me llevé un mix a casa decidida a encontrar la manera de hacer unas pastas que se parecieran muchísimo a las de trigo.

Después de muchos años y muchas recetas de aquí y de allá, terminaron siendo las favoritas de mi familia, aún no siendo celíacos.

Hoy mi propuesta, es amasar para todos los fanáticos de las pastas frescas ya sean simples o rellenas, éstas tienen la particularidad de ser sin gluten, pero son para todos.»

Así es que, decidme qué pasta os gustaría comer o regalar, y os la preparo.